Retorno a la unidad vital
El hombre sabio desde ya, puede empezar a conocer el objetivo de la vida, la simpleza de la misma, el derecho de disfrutar de los 70 ó 90 años que tenemos como experiencia terrestre, que es una pequeña parte del tiempo eterno en el que vivimos.
Por ello esa estancia corta en la tierra no debe ser acelerada, pero sí productiva.
Las modas o códigos de formación o comportamiento estancados durante varios años ya deben adaptarse a esa condición humana y dejar que nuestras vivencias sean positivas, ponderadas, sin la competencia insana, sin el apresuramiento impuesto por la misma competencia, con la tranquilidad que da la sabiduría que está en nosotros como en los abuelos.
Comprendiendo la conceptualidad de la célula o de la familia, aprovechemos el tiempo para vivir cada día y para dejar vivir de la mejor manera a cada uno de nosotros apenas se esté maduro. Para ello, no debemos imponernos normas rígidas, anticuadas, debemos evolucionar, innovar, cambiar.
En la simpleza de las cosas aprendemos a ver la simpleza de la universalidad del hombre.