Crisis-fractura de la familia
Al no considerarse al mundo como una familia o entidad única de la que todos somos parte, al no considerarse que somos el origen de ella, con soluciones y problemas en común y que debemos compartir esas responsabilidades entre todos, entonces estamos desunidos y nos estamos destruyendo.
A causa de la doctrina materialista, el hombre está perdiendo el interés por conocerse a sí mismo y a su núcleo familiar.
Se ha fijado objetivos prioritarios en función de escuelas, modas, tendencias, poder y dominio: sea de tipo económico, comercial, cultural, religioso y nos ha conducido a una situación crítica. Siendo la competencia excesiva a todo nivel y existiendo la separación familiar como consecuencia de problemas de sociedad, trabajo, cambios de moda o de hábitos o de objetivos, las personas o las familias se encuentran en la disyuntiva de optar entre el éxito familiar o el éxito comercial extrafamiliar.
El problema somos nosotros los hombres, debido a que nuestra mentalidad no ha evolucionado. La falta de conocimiento del hombre nos lleva a desconocernos entre nosotros como personas del mismo origen aunque diferentes en lenguas, color o religión; situaciones que son mal interpretadas y conducen a conflictos entre razas, religiones, regiones o países, etc. El temor y recelo de un gran cambio entre nosotros, de una revolución juvenil y de dejar atrás los errores conducen a que sigamos avanzando en esa carrera con esas ideas, dogmas o principios.
El hombre ha perdido la simpleza con la que nació y naturalmente ha evolucionado a situaciones que lo llevan a situaciones conflictivas.
El hombre avanza en el aspecto material, físico, pero ha descuidado el estudio y la introspección para conocerse a sí mismo, sus necesidades y sus objetivos, su círculo familiar.